miércoles, 3 de abril de 2013

Recordar algunos aspectos de la Pascua Judía puede esclarecer la comprensión de la Pascua Cristiana. El pueblo hebreo celebra las Pascuas en conmemoración de la víspera del éxodo de la opresión egipcia en busca de la Tierra Prometida por Dios a Abraham. Para los cristianos, la Pascua es el paso de Cristo de la muerte a la vida y es la más importante de las fiestas cristianas. El domingo anterior a la Pascua Judía, Jesús llega a Jerusalén para celebrar esta fiesta con sus discípulos. Al llegar es recibido como Mesías pero, a la semana, es condenado a muerte y crucificado. Se consuman así la redención del pecado y la victoria sobre la muerte. En la Semana Santa se recuerda la entrada triunfal a Jerusalén, la Última Cena, la Crucifixión y la Resurrección de Cristo. Durante el Triduo Pascual (jueves, viernes y sábado) se realizan las celebraciones centrales de Semana Santa.
Jueves Santo
El Jueves Santo es una especie de "profecía"
de la Pascua. En el Monte de los Olivos Jesús
 
vive, concientemente y de manera anticipada,
 
su Pasión y su Muerte. Este día se bendice
 
el Santo Crisma, que se utilizará hasta el
 
siguiente Jueves Santo. También se realiza
 
la Misa de la Cena del Señor, en la que
 
se recuerda la Última Cena que Jesús tuvo
 
con sus amigos, los apóstoles.
 
La Última Cena puede interpretarse como
 
la instauración de la Misa.


Viernes Santo
Éste es un día de silencio, pues se recuerda 
la Crucifixión de Cristo y es, por eso, el
 
único día del año en que no se realiza misa.
 
En su lugar se hace una celebración en la
 
que se recuerda la Pasión del Señor, se
 
reza por la salvación de todo el mundo y
 
se adora la cruz. Una de las tradiciones
 
populares que ha tomado mucha fuerza
 
en la celebración del Viernes Santo es
la representación en vivo del Vía Crucis.



Sábado Santo
El sábado por la noche se celebra la 
Solemne Vigilia Pascual o la Misa de Gloria.
 
Es el punto final del Triduo Pascual.
 
Cuando llega el momento de rezar la oración
 
de Gloria se hacen repicar las campanas
 
para anunciar a todo el mundo que Cristo
 
resucitó. Según una antiquísima tradición
los fieles cristianos encienden velas
 
simbolizando la invitación de
 
Cristo a su mesa.
Domingo de Pascua
El domingo es el día más importante del 
año litúrgico: se celebra la Resurrección de Cristo. La Resurrección es el fundamento
 
de la fe en Jesús, ya que en ella se basa
la esperanza de la salvación del mundo.
 
La iglesia entera festeja el triunfo de Cristo
 
sobre el pecado y es por ello que todas
las iglesias se embellecen de flores y
 
reúnen a toda la comunidad cristiana.


El misterio de la Encarnación 
se completa con el misterio 
de la Redención.
La conmemoración de tal 
acontecimiento otorga a los días
de la Semana Santa el carácter 
de un tiempo sagrado.

























El Huevo de Pascua
La relación entre el popular “Huevo de Pascuas” y la tradicional fiesta cristiana data de hace siglos. 
Nace de antiguos mitos paganos reinterpretados por los cristianos y que llegaron hasta la actualidad bajo la forma de un frágil receptáculo de chocolate que en muchos de los casos contiene
una sorpresa en su interior.
Antes que nada, hay que decir que la aparición de este manjar surge en el contexto de la “Semana Santa”. En esta semana se recuerda la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. 
Con el “Domingo de Ramos” se evoca la entrada de Cristo en Jerusalén. Según la fe católica, el pueblo judío le dio la bienvenida agitando ramos de olivo.
A partir del jueves -día en que se conmemora la Ultima Cena- la liturgia religiosa adquiere mayor importancia. El viernes santo se evoca el tormento de Cristo en su marcha hacia el Calvario y el domingo, con la Pascua de Resurrección, se festejará el paso de la muerte a la vida del Hijo de Dios.
La Pascua constituye el fundamento sobre el cual se asienta y gira toda la vida del cristianismo.
Es festejada por 1.200 millones de fieles en todo el mundo y anualmente el Papa da la bendición en una misa “urbi et orbi” desde la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
Las tradiciones en esta fiesta han ido variando con el correr de los siglos hasta llegar a convertirse, para la gran mayoría de la gente, en una semana donde no se trabaja y se comen los famosos huevos de Pascua. 
De hecho, el Domingo Santo es uno de los dos días del año en el que se consumen más chocolates (el otro es la Navidad).
El huevo es en general símbolo de origen, de fertilidad y de nacimiento, y como la serpiente, el agua
y la paloma, constituye un elemento más de la Pascua cristiana y judía.
En principio, el huevo adquirió importancia dentro de la mitología egipcia cuando el Ave Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado inicialmente. 
También los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo.
A partir de San Agustín, el huevo comienza a adquirir el significado místico de la resurrección y al regalarlo, los cristianos expresan su fe en la inmortalidad y en la salvación del alma, según afirmación de los teólogos modernos.
Los huevos de pascua en la antigüedad eran de gallina y de pato, y en la Edad Media les eran regalados a los chicos durante las celebraciones.
El caso específico del huevo de chocolate nace en la Corte del Palacio de Versalles, Francia. En el siglo XVI, el Rey francés Francisco I recibió el primer huevo con “sorpresa” que haya quedado documentado: en su interior encontró una miniatura grabada que representaba la “Pasión”.

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